Abel Nazario, ilustración |
En nuestro mundo hispano estamos todavía en los tiempos de los hacendados y los esclavos, mentalmente.
Los administradores piensan como hacendados y los subalternos sólo ven a los administradores como enemigos, no faltaba más. Hasta que unos y otros no admitan su error, no sacamos los pies del plato. Quizás eso es mucho pedir.
Una de las consecuencias de lo anterior es el vicio del micromanagement, como lo señalan tantos textos universitarios. Pero no es el micromanagement de quien es un obsesionado por ver que las cosas se hagan bien. Es el usurpar las decisiones y la labor de los especialistas subalternos con una intención ajena a las metas y objetivos institucionales.
En nuestro mundo hay diversos propósitos para ese tipo de intervención. Un motivo puede ser algo personal: machismo (masculino y femenino), inseguridad social, deseo de esconder la propia incompetencia, y…yo soy el que digo y mando. Quizás esto es de lo más peligroso, con una persona así no se puede razonar sino a la fuerza. Alguien así no entiende de lógica.
Otro móvil puede ser el del partidismo político, la politiquería. Esto es, el generalista interviene en el terreno de los especialistas y subalternos para adelantar la causa politiquera, sin atender a lo sustantivo de lo que esté en cuestión. Fue el caso de detener los cargamentos en los puertos en la primera semana después del huracán, sin preocupación por los necesitados del país. No se le podía dar crédito a los que enviaron los cargamentos, ni a la Oficina de Puerto Rico en Washington, que sirvió de intermediario; todo tenía que esperar para que la Primera Dama bajara de Fortaleza para salir a repartir y retratarse ella y llevarse ella el crédito.
Entonces se dieron cuenta de la magnitud de lo sucedido: sin capacidad para moverse, etc. por el interior de la Isla.
Fue también el caso en los primeros días luego del huracán, que un portavoz de la misma Oficina de Puerto Rico en Washington anunció que habían acordado con una compañía aérea para que llevaran ayuda por Aguadilla. Cuando el periodista radial, de la única estación que se mantuvo en el aire durante el huracán (para los efectos portavoz oficialista del gobierno) le preguntó si eso quería decir que ya el aeropuerto de Aguadilla estaba abierto, la persona enmudeció y luego se gagueó.
Es como si los oficiales del barco anunciaran una cosa y la tripulación estuviese viendo otra. La realidad no se ajusta siempre a las campañas mediáticas.
Hay que tener un sentido de la relación entre la imagen y la realidad. Los que diseñan campañas mediáticas deben estudiar filosofía, pero no al principio del bachillerato, sino al final, cuando puedan entender mejor esto de signo, palabra y contexto. Si el coach o entrenador es tan mozalbete como los jugadores, no será tan eficaz como otro que se quemó las pestañas estudiando el juego.
Otro motivo que puede llevar al micromanagement es la pura ignorancia. Porque están lo que fueron bendecidos con siquiera darse cuenta de su propia ignorancia a un nivel mayor del común de los mortales. Y eso también es muy peligroso. Qué peligro, un ignorante con poder y con iniciativa y con engreimiento, peor.
Y el último motivo en esta lista que no pretende agotar el tema: puede darse e micromanagement cuando se quiere dar un tumbe, es decir, robar dinero por el lado. El lector puede usar su imaginación.
En los ejemplos anteriores esto es lo que se ve: se sacrifican las metas y objetivos, el buen orden y funcionamiento de la empresa pública, con tal de afirmar un orden de autoridad que no va con las mejores prácticas administrativas.
He visto esto en la Universidad de Puerto Rico y también en el mundo de los museos y las instituciones culturales. Cuando la Junta pretende hacer micromanagement dentro de la institución, las cosas se ponen malas. Me pregunto si en la banca hispana sucede lo mismo.
¿En Alemania y Japón hay corrupción? Claro que sí. En todas partes se cuecen habas. El ejemplo que siempre uso es el del puerto de Nueva York, que desde el siglo 19 fue controlada por una u otra fuerza mafiosa. Pero nunca se va en menoscabo del propósito para el que el puerto está ahí, de eso sí se aseguran Tony Soprano y sus secuaces. Los hispanos no pensamos así.
Todo esto se me ha venido a la mente hoy 7 de noviembre de 2017 al escuchar una entrevista por radio con Abel Nazario, presidente del comité de educación del senado de Puerto Rico. Decía que "me reuní con los maestros y les instruí esto y lo otro para que hicieran esto y lo otro".
Entonces es cierto que la Secretaria de Educación no está enterada de lo que deciden los del gobierno, es decir, los que constituyen el grupo con mentalidad de comité de barrio que nos dirigen. A ella sólo le toca dar cara por ellos y "seguir la línea del partido".
Por eso fue que no sobrevivió la Unión Soviética, porque los del Partido imponían una imagen que no iba con la realidad y todo el mundo lo sabía. Es lo que ha sucedido también en Cuba.
Pero como digo, este es el mal que aqueja a los hispanos, pensar como hacendados y campesinos. Tampoco la Revolución cubana pudo evadir ese vicio.
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