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Et In Arcadia Ego: Del sueño a la realidad

Nicolás Poussin, Et in Arcadia Ego, pintura del siglo 17.


Paul Mersmann, Et in Arkadia Ego, siglo 20. 


Los vecinos se apoyan entre sí. 
Todos se juntan para fabricar la casa de los recién casados. 
Cuando uno mata un cerdo, lo asa y lo comparte con todos los vecinos. 
Los embutidos, el queso de hoja, el coco rallado, el pescado salado, todo se hace en casa y se comparte. 
Todos juegan juntos y comparten en la plaza: niños y ancianos, ricos y pobres. 
Los pobres no pasan hambre y los locos y tullidos se pasean por las calles, junto a las cabras y los puercos que van triscando y comiéndose la basura. 

¿Qué necesidad hay de electricidad, de autos, de alcantarillados? 
¿Qué necesidad hay de juguetes de plástico, muebles de cromo, sillas de bambú, o relojes en la muñeca?
¿Es que los nerds se apoderaron del mundo? ¿Eso explica la necesidad de juguetes de plástico, relojes en la muñeca?

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Primero fue el experimento de hacer que toda la sociedad fuese como una gran aldea. Todos trabajarían para todos. A cada uno se le daría según su necesidades y cada uno daría de sí al bien común según sus capacidades.
El experimento no resultó. Entonces se habla de que hubo una equivocación, se tomó una etapa transitoria, lo que llamamos socialismo, como si fuera una situación permanente. Eso dijeron. El socialismo es una transición al comunismo, dicen. 
 Habría que tolerar la tiranía del estado benefactor y sabio que ordena todo porque esto sería una etapa de transición hacia la superación final en que viviríamos en una sociedad en que todos estaríamos como en una aldea.

Segundo, el otro experimento fue el de los hippies olvidados de Woodstock y la era de Acuario de 1968, hace unos cincuenta años atrás. Fue el de descartar por completo la sociedad industrial avanzada y realmente volver a vivir en aldeas, en comunas. 
Las melenas, barbas, cabellos desaliñados; los jeans y las botas y la ropa hecha a mano eran algunos de los emblemas del movimiento generacional. Como los monjes del desierto, las comunas surgieron en terrenos olvidados, donde el grupo cultivaba legumbres y se bañaba en los ríos. Cuando una chica daba a luz, todos se juntaban alrededor de ella para asistirla en el parto (sé de un caso real). 
No ha sido la primera vez en la historia que este experimento se ha hecho. Es el sueño de los anarquistas ibéricos, por ejemplo. En Barcelona, en tiempos de la República española (1931-1939) cerraron los bancos y abolieron el dinero.

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En mis años de estudiante adolescente pertenecí a la JEC (Juventud Estudiantil Católica), de orientación según el espíritu de la Mater et Magistra del Papa Juan 23 y dirigida por religiosos norteamericanos. Apenas unos años más tarde un sacerdote español organizó la JAC en la Isla (Juventud Acción Católica), de orientación franquista. Tuve amigos en esa agrupación sin pertenecer a ella. 
Estas organizaciones hicieron mucho bien y como en todo, no todo fue perfecto. De allí salió un admirable seminarista que hoy es un gran párroco. También salieron otros atolondrados y aun uno que otro que resultó informante en la época en que todavía había carpeteo. 
Era la época de Cristianos por el socialismo y la Declaración de 1968 de los obispos latinoamericanos en Buga (puedo equivocarme el lugar y el nombre de la reunión). Fue la época en que todavía uno podía pensar en una teología que arrancara de Marx, al modo con que Santo Tomás de Aquino arrancó de Aristóteles. Por eso en un momento dado intenté hacer la maestría en marxismo y comencé a tomar cursos. Abandoné la idea cuando me exigieron saber uno de tres idiomas para poder hacer la tesis: alemán (Marx), ruso (Lenin), chino (Mao).
Entre tanto tuve mi momento de epifanía, por así decir, cuando en Lovaina para entretenerme me puse a leer la biografía del cardenal Mindszenty. Se podría hacer una película sobre la vicisitudes de este señor. Húngaro, pasó años en prisión bajo el régimen fascista pro Nazi. No hizo más que salir, y los socialistas pro soviéticos asumieron el poder y lo volvieron a arrestar. Pero fueron más allá: lo torturaron y lo obligaron a pasar por un juicio público al modo de un teatro arreglado. La tortura fue tal que en el juicio arreglado el cardenal declaró una conspiración descabellada y otros crímenes contra el estado.
Entonces vi que por esos años hubo un patrón de juicios así en los países comunistas. Los más fervorosos luchadores del Partido en Polonia, Hungría, Rusia fueron arrestados, torturados y obligados a comparecer en público para decir que en realidad eran espías, contrarrevolucionarios. Entre tanto gente como Sartre en París decían que criticar eso y no abanderizarse con Stalin era “hacerle el juego al enemigo”. Camus se distanció del Partido y sufrió el repudio por no ser “puro”. Luego de recibir el premio Nobel le dijo a un periodista, “Si tuviera que escoger entre la justicia y mi madre, escogería a mi madre”. Él sabía que del lado de acá el Partido pide justicia, pero del lado de allá poco les importa la justicia.
Con todo, igual que otros en mi generación, podíamos repudiar el estalinismo, pero no lo veíamos vivito en Fidel y Cuba. Es que la retórica de Fidel deslumbra todavía, aun después de muerto. Arrestaron al poeta Padilla y lo torturaron, igual que en las checas soviéticas que también hubo en Madrid bajo la República. Pero yo no vi lo que estaba pasando. Fue necesario que una profesora cubana me abriera los ojos. No la he vuelto a ver más; este es mi homenaje a ella. El caso de Padilla fue muy parecido al de Mindszenty y otros buenos comunistas bajo Stalin. La trayectoria de Fidel fue muy clara en su marxismo leninista, fiel a la lectura del panfleto Qué hacer. Hay que eliminar toda posibilidad de oposición al régimen (algo que no tiene que ver con el socialismo) y montar informantes por doquier, los comités para la defensa de la revolución. 
Hoy día, hasta en el extranjero hay miedo entre algunos cubanos que no se atreven a hablar sobre su vida bajo el castrismo, porque no saben si hablan con un encubierto. Se sabe que los tentáculos de la policía secreta castrista llegan lejos.
Marx habló de una praxis que modifica las convicciones y una convicciones que guían a la praxis. Cito de memoria. En China y Vietnam pareciera que cayeron en cuenta de tomar el asunto como es: no es posible permanecer en una sociedad sometida a los delirios mentales de una ideología inflexible, o a la voluntad ciega e intolerante de un líder que sólo desea  mantenerse en el poder. Hay que evolucionar.
Puede que en la Cuba de Raúl ahora se esté evolucionando, quién sabe. Ciertamente los que no estamos allá, como en Nicaragua, Venezuela y Bolivia, necesitamos dejar atrás las consignas (delirios ideológicos) y el caudillismo (la ansiedad del líder por seguir en el poder).  
Podemos comenzar por admitir que el marxismo y el socialismo, como el psicoanálisis, son intentos de comprender algo que en el fondo todavía no entendemos y que no puede entenderse al modo de los indígenas.
Una cosa es la realidad y otra, nuestras ideas sobre la realidad.
Parece una perogrullada. 
Pero dígaselo a Stalin, Mao, Fidel, Chávez. Dígaselo a sus incontables víctimas.
Con este trasfondo es que propongo los siguientes párrafos, por nada originales excepto en la redacción.

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Cuando miramos un paisaje… vemos un paisaje, claro. ¿Y?
Para pensar sobre el paisaje hay que fijarse, enfocarse ubicándose en una perspectiva. 
Uno puede tomar unos binoculares infrarrojos y los colores serán distintos. En este momento usted que lee y yo que escribo nos hemos ubicado mentalmente en la perspectiva del infrarrojo. Nos hemos ubicado en la perspectiva del color. 
¿Es que no existe el color? Es que depende de la perspectiva, siendo que la perspectiva es real; no se trata de algo psicológico. 
Resulta que hay perspectivas en las que no nos podemos instalar excepto virtualmente, y en otros casos, mediante el intermediario de instrumentos.
Así, la perspectiva del infrarrojo que se expresa en una fórmula matemática, ciertamente existe como tal, aunque no nos aparezca a simple vista. 
En el paisaje también está el ultravioleta. Y otros colores del espectro. Para estar seguros, es mejor registrarlos con un instrumento, antes que con una simple inspección visual.
Así vemos a Einstein llenando una pizarra de cálculos matemáticos. La realidad que no vemos puede expresarse matemáticamente; fue el acierto de Galileo.
Esto es, la realidad no puede ser atrapada con una simple inspección visual. 

El método de la Acción Católica (ver, juzgar, actuar) puede ser bueno para comenzar en la adolescencia. Es como decir que para comenzar a pensar sobre el mundo y la sociedad hay que primero dudar, o al menos fingir que se duda. Pero el pensar como tal, lo que se dice pensar, esto es, pensar sobre lo que es el mundo y las cosas, eso no consiste en dudar. La duda es sólo el primer paso.
Especular sobre el mundo y las cosas es como teorizar sin preocuparse de las pruebas y la metodología con que se establece la legitimidad de las pruebas. Por eso no es lo mismo la magia del médico brujo, que la del representante de Monsanto. “La magia del hombre blanco es mejor que la de nosotros,” decían en una tribu africana. 
¿Occidentalismo? No; no es que usted tiene que volverse occidental para aceptar la medicina occidental, o los conocimientos occidentales. Para beneficiarse de la medicina de la China, no hay que convertirse en chino.
Por eso es que podemos decir que la ciencia occidental también es un tipo de religiosidad, con sus sacerdotes, adivinos y liturgias. Pero no es igual que la religiosidad de los médicos brujos y los santeros, que se da a base de intuiciones y miedos y simpatías. La religiosidad científica no gira alrededor de los gurús, sino alrededor de la legitimidad de las pruebas. 
¿Quién tenía la razón entre Freud, Jung, Adler? Vaya usted a saber.
¿Quién fue el verdadero gurú del marxismo, Lenin, Mao, Castro? El mismo Marx a final de su vida tuvo que desmentir a los supuestos seguidores: “[Si esto es como ustedes dicen, sepan que] yo no soy marxista”. 
En la ciencia, los herejes y los desviados no tienen aspecto exótico y son como estrellas fugaces que se desvanecen con el descubrimiento de cómo andan las cosas. 
En las religiones, como en el psicoanálisis y en los movimientos sociales y políticos, los gurús pueden irse en contra de la realidad, sin pestañear. Que se lo digan los incontables de perseguidos. “¿Por qué en Cuba no hay elecciones democráticas?”, preguntó una vez un periodista y Fidel le contestó, “Es que en Cuba hay verdadera democracia”. Pregunten al General Ochoa sobre ese asunto.
Es lamentable que especulaciones y fantasías lleven a un fascismo desenfrenado, no importa si con la mejor de las intenciones.

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Uno quisiera que las cosas fuesen como uno las ve, igual que uno las piensa. 




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