Al ir a un negocio de comida rápida a veces parece que uno conversa con un autómata. Es la maldición de la inteligencia artificial a la que ya estamos sometidos, cuando las relaciones humanas siguen los esquemas de unos guiones programados. No da tanto miedo la aplicación cada vez mayor de la inteligencia artificial, cuanto el modo con que los mismos humanos parece que ya no saben pensar al modo «natural». Es algo así como el caso imaginario del que en el restaurante le pide al robot camarero que le pase la sal. «Por dónde se la paso,» contesta el robot que desconoce la diferencia entre «pasar» y «pasar». Los libretos en nuestras relaciones sociales siempre existieron. Es como saber qué decir, cómo comportarse en una reunión y darle la mano al enemigo. Pero mal estaríamos si sólo supiéramos pensar al modo de las fórmulas. La capacidad para entender aparte de fórmulas parece estar cediendo a los intercambios automáticos, completamente impensados. Ya en la década de 1970 apareció el pr
A continuación unos apuntes sobre el artículo de Benjamín Torres Gotay en El Nuevo Día del 23 de mayo de 2021. Resumo de antemano: Nadie puede esperar ser rico o llegar a ser rico mediante al trabajo asalariado. Uno llega a ser rico con un negocio propio. Aparte de eso, hay unas leyes de la economía, parecidas a las leyes de la física. El autor dice que Benjamín Franklin fue un hipócrita, porque dijo que la riqueza deriva de mucho trabajo y mucho ahorro. Habría sido un hipócrita porque su riqueza personal y la de muchos otros (como Jefferson) dependía de la mano de obra esclava, sin remuneración. Esto es una inexactitud y una injusticia, porque cuando Franklin dijo eso no dijo una cosa pensando en otra; no fue una hipocresía. Es un anacronismo (un juicio abstracto que no toma en cuenta la realidad histórica), ya que Franklin no podía pensar como nosotros, ni sabía lo que sabemos en el siglo 20-21. Hubo unos cuantos esclavos que fueron capaces de salir de la esclavitud y